La segunda etapa de la regata está marcada por la navegación puramente oceánica, y en ella los IMOCA deberían aumentar su velocidad en las clásicas condiciones de navegación con vientos alisios, navegando por primera vez en esta edición con los fuertes vientos del Atlántico Sur durante el tramo final de la etapa.
La ruta lleva a la flota al sur de Cabo Verde, a través del ecuador cerca de la costa de Brasil, por la costa de América del Sur evitando el anticiclón de Santa Elena, hasta Ciudad del Cabo, en el extremo sur de Sudáfrica.
Después de dejar las islas de Cabo Verde, las tripulaciones tratarán inmediatamente de posicionarse para elegir la ruta más rápida a través del ecuador.
Esto significa encontrar la parte más estrecha de los Doldrums, una zona transitoria de vientos flojos e inestables que cruzan el ecuador. A finales de enero y principios de febrero, el mejor punto de cruce suele estar en el lado brasileño del Atlántico.
Una vez en el hemisferio sur, las tripulaciones buscarán los vientos alisios que les impulsarán rápidamente a lo largo de la costa sudamericana antes de virar a la izquierda hacia Ciudad del Cabo.
Sin embargo, la ruta directa a la meta está bloqueada por un fenómeno meteorológico de viento ligero persistente conocido como anticiclón de Santa Elena. Esta masa amorfa de clima cálido y vientos flojos cambia de forma a su antojo, y las tripulaciones deberán tener cuidado con él mientras vuelan hacia el sur.
El último tramo de la etapa podría producir algunas de las velocidades más rápidas de toda la regata mientras los veleros bajan lanzados a favor del viento en el camino a Ciudad del Cabo.
El acercamiento a la línea de meta en Ciudad del Cabo puede ser desafiante y agotador: las tripulaciones deberán permanecer en alerta total mientras eligen con cuidado un camino condicionado por la enorme sombra de viento proyectada por la mítica Table Mountain.